El costo de ignorar el cuidado: Un llamado a la acción para las empresas
- tmartinez65
- 12 sept
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Por: Laura Centeno, Coordinadora de la Comisión de Desarrollo Social Consejo Nuevo León para la Planeación Estratégica

Desde hace un siglo hemos medido el éxito con métricas cuantificables: productividad, crecimiento económico o retorno de inversión. Detrás de estas cifras hay una fuerza silenciosa que lo hace todo posible: el cuidado. Sin él, las empresas no funcionarían, las comunidades no prosperarían y la vida misma se tornaría inviable. Aun así, permanece subvalorado, invisibilizado y, la mayoría de las veces, no remunerado.
Cuidar es más que un acto individual. Es pensar en el otro, su bienestar y su dignidad. Cómo cuidamos define la sociedad que queremos construir. Cuidar es atender a los demás y a nosotros mismos. Implica una responsabilidad compartida entre vecinos, redes locales, colectivos, organizaciones e instituciones. El cuidado es comunitario, trasciende el ámbito privado del hogar, y nos recuerda una verdad sencilla: nadie puede cuidar solo.
Necesitamos una sociedad donde el trabajo reproductivo — criar, acompañar, limpiar, alimentar — sea reconocido y valorado. Este texto busca invitarte a reflexionar sobre el papel que juegas — como persona, líder, persona empresaria, ciudadano — en una sociedad que necesita reconocer, redistribuir, reducir y dignificar el cuidado.
Para cambiar el paradigma, debemos nombrar y medir lo que hemos ignorado por generaciones. El trabajo de criar, acompañar, limpiar o alimentar forman parte de lo que organismos como la OIT y ONU Mujeres denominan economía del cuidado, que pone en el centro la corresponsabilidad entre Estado, mercado, comunidad y familias. Cuyo objetivo es garantizar el derecho a cuidar, a ser cuidada y al autocuidado.
En Nuevo León, el valor económico del trabajo de cuidados no remunerado equivale al 15 % del PIB estatal, es decir, $353,892 millones de pesos en 2022. De esta cifra, el 70 % proviene del trabajo realizado por mujeres (CONL, 2024). Una contribución significativamente mayor a los hombres y, sin embargo, históricamente subestimada.
No reconocer el trabajo de cuidados ya tiene consecuencias. La ausencia de políticas de conciliación laboral le cuesta a las empresas del estado $127,620 por persona empleada al año en pérdidas de productividad. Esto no solo impacta en su rentabilidad, sino también en su competitividad. Invertir en el sector de los cuidados no es solo un acto de justicia social: es una oportunidad económica tangible que puede impulsar el crecimiento, la creación de empleo y la productividad. Al mismo tiempo que mejora el bienestar de las personas genera un efecto multiplicador en la economía (CONL 2024).
¿Qué podemos hacer? Las empresas que implementan medidas para apoyar a su personal con responsabilidades de cuidado obtienen resultados organizacionales más saludables y promueven la equidad de género. Algunos ejemplos de estas políticas son:
Aumentar (u otorgar) tres tipos de licencias remuneradas (de maternidad, de paternidad y licencias de cuidados) tanto a personas con empleos formales como informales:
Licencias de maternidad: para mujeres con empleos formales, se propone extender las semanas establecidas en la Ley Federal del Trabajo (LFT) de 12 a 14, que es el periodo recomendado por la OIT (OIT, 2000). Para las madres con empleos informales, se contempla otorgarles 14 semanas de licencia, pues actualmente este grupo no tiene acceso a este tipo de licencia (CONL, 2024).
Licencias de paternidad: para los hombres con empleos formales, la LFT contempla cinco días de licencia, mientras que en otros países de América Latina los padres tienen derecho a 14 días (BID, 2023), una brecha 1.29 semanas para alcanzar el estándar más alto de la región. Para los padres trabajadores del sector informal se buscaría otorgar acceso a dos semanas de licencia, considerando que hoy en día no cuentan con esta prestación (CONL, 2024).
Licencias de cuidado: son aquellas que permiten a las personas trabajadoras ausentarse temporalmente del espacio laboral para atender responsabilidades de cuidado que van más allá de la atención a recién nacidos, como el cuidado de padres en edad avanzada o de una hija mayor enferma (CONL, 2024). Dado que en México la LFT no contempla este tipo de licencias, se propone que tanto hombres como mujeres, con empleos formales e informales, pudieran acceder a esta prestación con una duración de 10.8 semanas, basada en el promedio de los pocos países en América Latina que sí la otorgan (CONL, 2024).

La ampliación de licencias requeriría una colaboración entre el sector público y privado, porque se financiaría entre ambos.
Guarderías y apoyo a la primera infancia: A pesar de que los servicios de guardería privados son asequibles para los hogares de mayores ingresos, solo el 1% de las familias los utiliza, lo que indica la necesidad de una mayor oferta y accesibilidad (CONL, 2024).
Centros de educación inicial y preescolar: Hay déficit de espacios, especialmente fuera de la ZMM. Las empresas pueden invertir en infraestructura educativa o en modelos de franquicia social (CONL, 2024).
Convenios con el IMSS: Hay empresas que han creado guarderías cercanas a sus instalaciones con horarios extendidos (6:00 a 20:00) (CONL, 2024).
Estas políticas, bien implementadas, además de mejorar la vida de las familias, incrementan la fidelización, reducen la rotación y fortalecen la reputación corporativa. Los retornos a la inversión en políticas de cuidados son múltiples:
Aumentar la participación laboral de las mujeres que les cuidan al disminuir su carga de trabajo.
Incrementar la productividad empresarial.
Crear empleos.
Crecimiento económico.
Reducir las desigualdades.
Mejorar el bienestar social.
Debemos dejar de ver el cuidado como una responsabilidad personal y empezar a verlo como el motor de una sociedad más productiva, equitativa y sostenible. Invertir en la economía del cuidado no es solo una decisión socialmente responsable, es la apuesta más inteligente para el futuro de Nuevo León




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