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CAPITALISMO Y DEMOCRACIA:
Fomentando el crecimiento y la prosperidad

Tiempo de lectura: 18 minutos

IDEAS CLAVE

01.

El capitalismo juega un rol vital en el desarrollo económico de las naciones democráticas, por lo que las empresas deben velar por el sistema.

02.

Así como la democracia conduce a una economía saludable, su declive conlleva altos costos económicos, políticos y sociales; provocando estancamiento, inestabilidad política y violencia

03.

Para que la democracia provoque desarrollo economico, se deben cumplir los siguientes conceptos: 

1. Libertad política y económica

2. Distribución de la riqueza y movilidad social

3. Estado de derecho y confianza para la inversión

4. Innovación y emprendimiento

Un artículo del economista Daron Acemoğlu [1], autor del best seller “Por qué fracasan los países”, demuestra que la adopción de la democracia como sistema de gobierno incrementa el PIB per cápita de los países entre un 20% y 25% después de los 25 años de su adopción.  Este dato deja en claro la relación simbiótica entre la democracia y el crecimiento económico. 

Dicho estudio concluye que las democracias prosperan en lo social y en lo económico porque incrementan las inversiones, incentivan reformas económicas y aseguran la provisión de bienes públicos como educación, salud pública e infraestructura.

En el siguiente artículo, se analizará el rol que juega el capitalismo en el desarrollo económico de las naciones democráticas y por qué las empresas deben velar por la democracia usando como punto de partida el artículo “La democracia es buena para la economía, ¿pueden las empresas defenderla?” [2] de Vanessa Williamson, profesora emérita de Brookings Institution y experta en política fiscal y participación política

El costo económico del declive de la democracia 

 

El capitalismo, como sistema económico, desempeña un papel crucial en la prosperidad de las democracias. La capacidad de los individuos para poseer y operar empresas privadas contribuye a una economía diversa y dinámica. A su vez, una economía próspera fomenta el desarrollo y el fortalecimiento de las instituciones democráticas. 

 

Mientras el capitalismo proporciona la estructura económica para la innovación, el emprendimiento y la competencia; la democracia garantiza la rendición de cuentas, la transparencia y la distribución equitativa de recursos. Es así como se crea una simbiosis que tiene como resultado el crecimiento de los países. 

 

Así como la democracia conduce a una economía saludable, su declive conlleva altos costos económicos, políticos y sociales; provocando estancamiento, inestabilidad política y violencia. Este escenario permite el surgimiento de autocracias. 

 

Bajo regímenes autocráticos, los negocios se enfrentan a nuevos retos provocados por la remodelación de mercados para reforzar su dominancia política. Algunas consecuencias comunes son aplicaciones vengativas y punitivas de impuestos, regulaciones y licencias: acceso discriminatorio de contratos gubernamentales, servicios públicos y exigencias extorsivas de contribuciones políticas.

 

Incluso un artículo publicado en American Economic Review ha encontrado que los gobiernos autocráticos de líderes populistas presentan una disminución del 10% en su PIB per cápita a los 15 años de su ascenso. [3]

Si bien las autocracias presentan una amplia variedad de estructuras e ideologías, los países con líderes populistas tanto de derecha como de izquierda experimentan un declive económico similar, así lo indica Rachel Kleinfeld en su artículo “¿Cómo les va a las empresas bajo el populismo?” [4].

Vanessa Williamson cita dos casos particulares para ejemplificar cómo la vulneración de la democracia provoca estancamiento e inestabilidad, el caso de Hungría bajo el mando de Viktor Orbán y el caso del autoritarismo de las “Leyes Jim Crow” que promovían la segregación racial en el sur de Estados Unidos antes del movimiento por los derechos civiles.

 

La inestabilidad, compadrazgo y fuga de cerebros de la Hungría de Orbán

 

Viktor Orbán, político húngaro ultraconservador, se convirtió en Primer Ministro de Hungría en 2010 por segunda ocasión, después de haber ocupado el cargo entre 1998 y 2002. Su ideología nacionalista, conservadora y defensora del “estado liberal” es calificada como de extrema derecha y su gobierno ha sido calificado como autocrático. 

 

La oposición lo ha acusado de autoritarismo, xenofobia y de socavar la democracia de Hungría sofocando el debate público, la libertad de prensa, reduciendo la independencia del poder judicial, eliminando las protecciones de los derechos civiles y cooptando las instituciones de administración electoral. Aunque todavía se celebran elecciones en Hungría, son tan injustas que los académicos describen al régimen como una “autocracia electoral”. Las consecuencias económicas más importantes del deslizamiento hacia el autoritarismo son la inestabilidad, el amiguismo y la fuga de cerebros.

Las políticas económicas de Orbán, que van desde controles de precios hasta obsequios corporativos, están impulsadas por el deseo de consolidar el poder, recompensar a los aliados o socavar a los oponentes. Por ejemplo, las políticas de telecomunicaciones de Orbán, desde los impuestos hasta las licencias, se han utilizado para reprimir la disidencia política. En 2014, unos años después de aumentar repentinamente los impuestos al sector de las telecomunicaciones, Orbán utilizó un proceso de renovación de licencia para presionar a la principal empresa de telecomunicaciones del país para cerrar uno de los sitios de noticias independientes más importantes de Hungría que había dado a conocer los actos de corrupción del partido político en el que milita Orbán. El régimen tiene la mayor corrupción pública de cualquier país de la Unión Europea, según Transparencia Internacional.[5] 

 

Mientras los familiares y amigos cercanos de Orbán se han beneficiado con la adquisición de terrenos estatales, los críticos del gobierno se enfrentan a vigilancia y acoso, investigaciones punitivas y auditorías.

 

Hungría también está experimentando una marcada “fuga de cerebros”, con una población de 10 millones de habitantes, ha perdido casi 50.000 personas a causa de la emigración en 2019, quienes abandonan el país son jóvenes, con un alto nivel educativo y que trabajan en industrias clave. La escasez de mano de obra está dañando la industria, con efectos sustanciales sobre los inversores extranjeros. Ya en 2015, casi una de cada dos empresas informaba que tenía dificultades para dotar de personal a los puestos vacantes.

 

La pobreza, violencia y estancamiento durante la segregación racial en el sur de EEUU

Hasta 1964, el sur de Estados Unidos era regido por un sistema de segregación racial avalado por las llamadas “Leyes Jim Crow”. Dichas leyes permitían la limitación de las libertades y derechos civiles de las personas afroamericanas, socavando incluso la economía de la región.

A pesar de la abundancia de recursos naturales y el desarrollo industrial del sur de Estados Unidos, la región estaba profundamente empobrecida a causa de bajos salarios, la baja productividad y los bajos niveles de educación, e incluso por la desnutrición.

Los estados del sur experimentaron emigración masiva provocando una “fuga de cerebros” a medida que personas educadas, blancas y negras, emigraban al norte y al oeste de Estados Unidos.  Sin una fuerza laboral educada, el principal atractivo del sur para las empresas era su mano de obra barata. Los bajos costos laborales redujeron el incentivo para la innovación y el desarrollo, reduciendo su rentabilidad.

La economista Lisa Cook ha descubierto que los disturbios y linchamientos “redujeron la actividad de patentes entre los afroamericanos en más de un 15% anual” [6]. Además, las políticas económicas y las inversiones en educación, que tenían el potencial de mejorar ampliamente la economía, fueron a menudo rechazadas con el argumento de que podrían alterar el orden social racista. Así también, los afroamericanos eran excluidos de la vida política mediante la destrucción de la competencia partidaria y la privación sistemática de derechos.

Fue a partir de la promulgación de la Ley de Derechos Civiles en 1964 y la Ley del Derecho al Voto en 1965 que se dio término a las “Leyes Jim Crow”, logrando que la brecha de ingresos entre el sur y el resto del país comenzara finalmente a converger. Sin embargo, aún existen vestigios del estancamiento provocado por las “Leyes Jim Crow” como el rezago educativo que aún está presente en la región.

 

Cómo el capitalismo y la democracia generan prosperidad

 

La evidencia de los costos políticos, económicos y sociales del declive de la democracia es clara. Sin embargo, la democracia en sincronía con el capitalismo, tienen la oportunidad de construir un terreno fértil que permita el desarrollo de las naciones como resultado del cumplimiento de los siguientes conceptos.
 

1. Libertad económica y política 
 

El capitalismo, por su naturaleza, fomenta la libertad económica, lo que permite a las personas participar en el comercio, invertir en oportunidades y generar riqueza. Este empoderamiento de los individuos también se extiende al ámbito político, fomentando una cultura de participación ciudadana, defensa de los derechos y demanda de transparencia por parte del gobierno. The Heritage Foundation, en su “Índice de Libertad Económica” [7] ha demostrado una correlación positiva entre la libertad económica y la gobernanza democrática en países como Suecia y Singapur como ejemplo.

 

2. Distribución de la riqueza y movilidad social
 

Un principio clave del capitalismo es el potencial de movilidad ascendente, es decir, la idea de que las personas pueden superar sus orígenes socioeconómicos a través del trabajo arduo y la innovación. Esta promesa de prosperidad para todos fomenta la cohesión social y evita la concentración de poder y riqueza en manos de unos pocos. Países como Dinamarca y Suiza han combinado con éxito economías capitalistas con sólidas redes de seguridad social, mitigando la desigualdad de ingresos. Así lo ha demostrado la OCDE en su reporte de “Movilidad Social Intergeneracional en países miembros de la OCDE” [8]. 

 

3. Estado de derecho y confianza para la inversión
 

Las democracias sanas permiten la rendición de cuentas para que se cumpla el estado de derecho y se protejan los derechos de las personas físicas y morales con sistemas judiciales independientes. Generando un entorno propicio para que las empresas prosperen incentivando la inversión. 

Los inversores tienen más probabilidades de asignar recursos a países donde sus inversiones están protegidas, y los sistemas democráticos proporcionan el marco legal necesario para que las actividades económicas florezcan. Como es el caso de países desarrollados como Nueva Zelanda y Singapur que  lideran el índice Doing Business sobre la facilidad para hacer negocios debido a sus sólidas instituciones democráticas y bajos niveles de corrupción [9].

4. Innovación y Emprendimiento
 

Las democracias fomentan la innovación y el emprendimiento al proporcionar vías para la libre expresión. Al promover la competencia y la diversidad de ideas, las sociedades democráticas crean un terreno fértil para que surjan tecnologías innovadoras, modelos de negocio e industrias de vanguardia. Países democráticos como Suiza, Suecia y EEUU lideran el Índice Mundial de Innovación de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual [10]. 

 

El rol de las empresas en la preservación de la democracia

Se ha demostrado que la democratización provoca crecimiento económico y su declive está asociado con afectaciones económicas como la inestabilidad, la fuga de cerebros, el estancamiento y la cleptocracia. La organización política de las empresas ha desempeñado a menudo un papel fundamental en el desarrollo de la democracia. Como sostiene el politólogo Daniel Ziblatt [11], el éxito de las reformas democráticas a menudo depende de la voluntad de los partidos políticos conservadores de aceptar el nuevo sistema. Las empresas representan un electorado principalmente de centro-derecha. Cuando los partidos conservadores alineados con las empresas participan en sistemas democráticos y trabajan para marginar y aislar a la extrema derecha antidemocrática, los países se convierten en democracias estables.

 

En su libro “Por qué fracasan los países”, Daron Acemoğlu y James A. Robinson argumentan que las instituciones políticas inclusivas son esenciales para el crecimiento económico sostenido porque garantizan una amplia participación y la protección de los derechos de propiedad [12]. En contraste, las instituciones políticas extractivas, que concentran el poder y la riqueza en manos de unos pocos, inhiben el desarrollo económico.

 

Las empresas, en particular, tienen un papel significativo en la preservación de los valores democráticos. Cuando las empresas se alinean con los principios y prácticas democráticas, contribuyen a la estabilidad y al crecimiento de la economía.

 

En su artículo “La democracia es buena para la economía, ¿pueden las empresas defenderla?” Vanessa Williamson exhorta a las empresas a reconocer los daños económicos que provocaría el declive de la democracia y las invita a organizarse para superar los retos y promover la estabilidad política y el crecimiento económico [2].

 

En conclusión, la sinergia entre el capitalismo y la democracia ha demostrado ser una fuerza formidable para fomentar el crecimiento, la prosperidad y la estabilidad en las naciones de todo el mundo. A medida que navegamos por las complejidades del mundo moderno, queda claro que un equilibrio entre la libertad económica del capitalismo y la participación política en una sociedad democrática es crucial para el desarrollo sostenible.
 

Referencias

  1. Acemoglu, D., Naidu, S., Restrepo, P., & Robinson, J. A. (2019). Democracy does cause growth. Journal of Political Economy, 127(1), 47–100. https://doi.org/10.1086/700936 

  2. Williamson, V. (2024, April 29). Democracy is good for the economy. Can business defend it? Brookings. https://www.brookings.edu/articles/democracy-is-good-for-the-economy-can-business-defend-it/ 

  3. Funke, Manuel, Moritz Schularick, and Christoph Trebesch. 2023. "Populist Leaders and the Economy." American Economic Review, 113 (12): 3249–88. DOI: 10.1257/aer.20202045 https://www.aeaweb.org/articles?id=10.1257/aer.20202045    

  4. Kleinfeld, R. (2023, June 13). How does business fare under populism?. How Does Business Fare Under Populism? https://carnegieendowment.org/2023/06/13/how-does-business-fare-under-populism-pub-89908   

  5. Transparency International. (2024, February 20). 2023 Corruption Perceptions Index: Explore the results. Transparency.org. https://www.transparency.org/en/cpi/2023?gad_source=1&gclid=CjwKCAjwvvmzBhA2EiwAtHVrb8jI2l-h1rUZkvKcDC-lB2zruSr_flQSDHiSDJjo1byMVWDnGwd1uhoCVy0QAvD_BwE 

  6. D Cook, L. & Michigan State University. (n.d.). Violence and economic activity: Evidence from African American patents, 1870 to 1940. https://lisadcook.net/wp-content/uploads/2014/02/pats_paper17_1013_final_web.pdf 

  7. The Heritage Foundation. (n.d.). Index of Economic Freedom: All Country Scores | The Heritage Foundation. Index of Economic Freedom | the Heritage Foundation. https://www.heritage.org/index/pages/all-country-scores  

  8. Causa, O. and Å. Johansson (2010), "Intergenerational Social Mobility in OECD Countries", OECD Journal: Economic Studies, vol. 2010/1, https://doi.org/10.1787/eco_studies-2010-5km33scz5rjj.

  9. World Bank. 2020. Doing Business 2020. Washington, DC: World Bank. DOI:10.1596/978-1-4648-1440-2. License: Creative Commons Attribution CC BY 3.0 IGO

  10. Wipo. (s. f.). Global Innovation Index 2023, 15th Edition. www.wipo.int. https://doi.org/10.34667/tind.46596  

  11. Ziblatt, D. (2017). Conservative political parties and the birth of modern democracy in Europe. Cambridge University Press. 

  12. Acemoglu, D., & Robinson, J. A. (2013). Why nations fail. Profile Books.

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