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UNIR Y DAR

ENFRENTANDO LA PANDEMIA DESDE LA EMPATÍA

HISTORIA

Ante la crisis histórica del COVID-19, la unión de un grupo empresarial y una fundación comunitaria, apoyados en un ecosistema maduro de sociedad civil, lograron articular recursos, talentos y voluntades para apoyar la salud y la economía de miles de familias.

21 / 09 / 2020

TIPO DE BUENA PRÁCTICA

Compromiso Social, Liderazgo Humanista

TIEMPO DE LECTURA

13 minutos

5 IDEAS CLAVE

01.

El liderazgo cohesionado de empresarios lleva a decisiones rápidas y acciones decisivas.

02.

Antes de las buenas intenciones, el actuar social debe estar basado en inteligencia y mejores prácticas.

03.

Puede ser óptimo delegar a operadores confiables de otros sectores para generar mayor impacto social.

04.

Invertir en un ecosistema de colaboración entre IP, Sociedad Civil y Gobierno lleva a que se “conecten los puntos” para crear soluciones.

05.

Para generar empatía, debemos comunicar desde el "nosotros".

A principios de 2020, en una reunión del Grupo Monterrey—que reúne a las principales empresas de la ciudad referente de los negocios en México—se discutía la pandemia que había comenzado en China y que en ese momento tenía en jaque a España e Italia.

 

El avance del virus se anunciaba inevitable: era cuestión de tiempo para que llegara a México. La pregunta sobre la mesa era: ¿estamos listos para hacerle frente? 

 

Un miembro del Grupo se comprometió a consultar la situación con el Rector de TecSalud (el sistema médico-académico del Tecnológico de Monterrey). Regresó con malas noticias: aunque la autoridad actuara con firmeza, era probable que tanto México como Nuevo León se vieran rebasados por la magnitud de la contingencia.

 

El impacto en vidas y la afectación económica no tendría precedentes: se aproximaba un reto generacional.

 

Aunque la respuesta del sector privado a un problema de dimensiones históricas sería insuficiente por sí misma, había que colaborar tanto como se pudiera, pero ¿haciendo qué?

 

La reflexión partió de dos principios. Primero, aunque toda la comunidad iba a enfrentar la misma tormenta, no todos iban a hacerlo desde el mismo barco. Es decir, había que poner la prioridad en la población más vulnerable y las principales carencias institucionales. Segundo, para que el esfuerzo del empresariado tuviera el mayor impacto posible, debía implicar un compromiso histórico y un abordaje profesional.

 

Aunque el horizonte era adverso, había una ventaja: la iniciativa privada de Monterrey había invertido por cerca de dos décadas en un ecosistema para mejorar las capacidades y relaciones entre la sociedad civil y el sector público. 

 

Como lo explica Jesús Viejo, Director Ejecutivo del Grupo Monterrey: “se contaba con todas las herramientas para diseñar las ideas y conectar los puntos”.

INTELIGENCIA Y CONOCIMIENTO PARA DELINEAR LA RESPUESTA

El COVID-19 significaba incertidumbre: ningún país ni la comunidad científica tenían claridad ni fórmulas para enfrentar la contingencia. Había que aprender de las experiencias propias, nacionales e internacionales e irse adaptando.

 

De ahí que la primera decisión del grupo fue acercar a la autoridad estatal capacidades técnicas que contribuyeran a analizar la situación y aportar inteligencia para diseñar la estrategia de respuesta de Nuevo León. 

 

Se incorporó a McKinsey & Company,  firma de consultoría en gestión estratégica, para trabajar en tres ejes: salud pública, economía y gestión de la cadena de suministro (supply chain), en particular de insumos médicos. Estos ejes serían la semilla para que semanas después surgiera Unir y Dar. 

 

Salud fue el punto neurálgico del apoyo de la consultora. En menos de una semana se estableció un Cuarto de Respuesta en apoyo al Gobierno del Estado, donde generaban indicadores diarios, identificaban mejores prácticas y apoyaban a coordinar actores como personal médico, hospitales públicos y privados y Protección Civil.

 

En materia económica, el reto era la reducción y eventual pausa de las actividades, con consecuencias graves para diversas industrias y comercios, así como para el bolsillo de las familias. Se analizaron las restricciones sociales y económicas que podían implementarse, y el planteamiento de escenarios de una eventual reactivación.

 

Respecto a la gestión de suministro, la prioridad era asegurar que los insumos médicos llegaran a los hospitales y determinar qué tipo de apoyo iban a requerir los grupos más vulnerables de la comunidad.

 

Teniendo claros los ejes de trabajo y habiendo facilitado asesoría para la toma de decisiones en el gobierno estatal, era hora de enfocarse en el esfuerzo directo del Grupo para apoyar durante la emergencia.

 

Acordaron aportar de forma conjunta un monto de 100 millones de pesos. Lo que seguía era encontrar un aliado que pudiera instrumentar y operar una intervención de impacto estratégico.

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La voluntad no es suficiente si no hay donante. La chispa que existe en nuestra organización y los 100 millones que puso el Grupo Monterrey lo hicieron posible. Pero tampoco hubiera sido posible sin los ejecutivos y expertos que nos apoyaron

— CARMEN GARZA T. JUNCO

CONSEJERA COMUNIDAR

LA PLATAFORMA ADECUADA PARA ARTICULAR LA EMPATÍA

No hubo que buscar lejos: el empresariado pensó en Comunidar, una fundación comunitaria basada en Monterrey que se especializa en maximizar el impacto de inversionistas sociales a través de un modelo de filantropía estratégica y con quien ya habían trabajado varios integrantes del Grupo.

 

Comunidar traía a la mesa la experiencia de haber administrado más de 80 iniciativas sociales, acompañado a 17 fundaciones y haber beneficiado a casi medio millón de personas de manera directa en un plazo de ocho años. 

 

Las piezas encajaban: Comunidar no tiene una causa fija, su propuesta de valor es apoyar a empresas y filántropos a conseguir impacto estratégico con sus inversiones sociales.

 

Antes que el Grupo Monterrey los contactara, en Comunidar ya estaban trabajando en responder a la pandemia: asesoraron al municipio de San Pedro Garza García para crear un programa de apoyo a los trabajadores de la industria restaurantera y estaban colaborando con un grupo de ciudadanos para conformar un fondo de apoyo que permitiera producir equipo complementario para personal médico y hospitales.

 

La sinergia fue inmediata: ambas partes entendieron la importancia de sumar recursos, conocimiento y expertise en favor de la población en un momento de crisis. 

 

Con el conocimiento disponible, se optó por trabajar en tres ejes: Respira NL, porque la salud y el personal médico es la primera línea de defensa. El objetivo era evitar la escasez de equipo médico y de protección en los hospitales. 

 

Abraza NL, porque la suspensión de la actividad económica iba a generar hambre y exacerbar las necesidad de las personas más vulnerables, por lo que se optó realizar transferencias directas no condicionadas a familias con dificultades para cubrir sus necesidades básicas.

 

Finalmente, Reactiva NL, debido a que las personas autoempleadas, así como las micro y pequeñas empresas, iban a requerir apoyo para seguir adelante con su actividad económica. Para ello se definió un esquema de otorgamiento de préstamos personales y asesoría en su implementación.

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El Grupo tiene el deseo ferviente de que su ejemplo y visibilidad lleve a que más actores económicos se sumen a las causas

— JESÚS VIEJO

DIRECTOR EJECUTIVO DEL GRUPO MONTERREY

Los puntos empezaban a conectarse. Para Respira se contó con el apoyo de TecSalud y la Secretaría de Salud para afinar el modelo. En Abraza, Cáritas de Monterrey, organismo católico experto en servicios asistenciales, se convirtió en el aliado para dispersar el apoyo en territorio, mientras que en Reactiva sumó esfuerzos Nacional Monte de Piedad para definir y operar el modelo de préstamos.

 

Las empresas también apoyaron a través de su talento humano: Femsa en logística; Proeza en procesos de compras y Softek facilitó una plataforma digital, por dar ejemplos.

 

Carmen Garza T., consejera de Comunidar que está a la cabeza del proyecto, afirma que “La voluntad no es suficiente si no hay donante. La chispa que existe en nuestra organización y los 100 millones que puso el Grupo Monterrey lo hicieron posible. Pero tampoco hubiera sido posible sin los ejecutivos y expertos que nos apoyaron”.

 

En cuestión de semanas tomó forma Unir y Dar como un proyecto operado a través de Comunidar. Se definió oficialmente como “un movimiento de empatía regiomontana en respuesta a la pandemia por COVID-19, enfocado a contener la emergencia de salud, económica y social en nuestra comunidad a través de esfuerzos de solidaridad concentrados”.

 

En su descripción se afirmaba: “buscamos amplificar el espíritu de responsabilidad social de la comunidad, inspirados por la empatía regiomontana, sin rodeos, sencilla, frontal y enfocada a la acción: unirnos y dar”.

 

Miguel Ángel Alcaráz, consultor de McKinsey participante en el proyecto, se dijo sorprendido por la reacción del empresariado regiomontano para dar forma a Unir y Dar: “La voluntad y la velocidad de la cooperación del Grupo Monterrey con otros actores fue algo espectacular de ver como ciudadano”, recuerda.