Este artículo de opinión fué publicado originalmente en el periódico EL Norte https://elnorte.com/GjZfBn/es-hora-del-capitalismo-social/
Si consideramos los sistemas económicos a través de la historia, el capitalismo ha sido inigualable para detonar innovación, generar riqueza y dirigir a poblaciones hacia el bienestar. Aun así, es indiscutible que hay cosas que no están funcionando como deberían.
Según el Coneval, más del 40 por ciento de la población mexicana vive en condición de pobreza. Esto, en un momento como el actual, marcado por la pandemia del Covid-19, es más que grave.
Hoy 49 de cada 100 personas nacidas en lo más bajo de la escalera social, se quedarán ahí toda su vida, de acuerdo con el Centro de Estudios Espinosa Yglesias. ¿Qué pasó con el potencial comprobado del capitalismo para hacer crecer a la clase media?
La respuesta no es que el modelo esté agotado o con fallas inherentes. Es que durante los últimos 40 años se ha implementado de manera inconsistente, y en ciertos casos, hasta voraz, cuando se deja de lado el aspecto humano para sólo buscar el beneficio económico.
Ejemplos de lo anterior abundan: casos de especulación financiera irresponsable; el capitalismo "de cuates" basado en influencias para hacer negocios irregulares; afectaciones ambientales a nuestro planeta y la concentración excesiva de riqueza mientras se frena la movilidad social.
La pandemia que marcó el 2020 nos ha dejado claro que el mundo cambió y no hay vuelta atrás. Hemos perdido demasiado y no podemos seguir postergando las conversaciones urgentes sobre los cambios que requieren las economías y las sociedades.
Y aunque urgen, estos debates deben partir de la sensatez: sería sumamente riesgoso detonar los cimientos de lo que funciona y pretender implementar sistemas que no han comprobado su éxito. El mejor camino es aprender del pasado y mejorar de fondo el sistema que ha generado grandes avances para la humanidad.
Es hora de promover la evolución del capitalismo hacia los negocios conscientes y la construcción de sociedades más justas, y qué mejor en este 2021 que apenas inicia para ponerlo en práctica.
Esta visión está tomando fuerza a nivel internacional. Actores como el Business Roundtable (que reúne a los CEOs de empresas como Boeing, Amazon y Bayer) han declarado que el propósito de la empresa ya no puede limitarse a crear valor a sus accionistas, sino que debe ampliarse a procurar el bienestar de todos sus grupos de interés.
Monterrey está en una posición excepcional para ser parte de esta nueva historia porque el capitalismo social es parte de nuestro legado empresarial.
A través del siglo 20, generaciones de empresarios regios pusieron el ejemplo al unir el destino de sus negocios al bienestar de sus trabajadores, construyendo sistemas de bienestar sin precedentes: desde hospitales, escuelas y centros deportivos, hasta ser pioneros en derechos laborales.
El capitalismo debe renovarse para contribuir a un futuro mejor para todas las personas y para el planeta, manteniendo la libertad que le da esencia. En el Centro Eugenio Garza Sada lanzamos la Iniciativa Capitalismo Social para contribuir a detonar reflexiones e inspirar compromisos hacia un modelo que contribuya al bien común y genere desarrollo económico a la par.
Hoy el reto es convertir el dolor y los desafíos de la pandemia en la oportunidad para que cada vez más empresas y empresarios adopten los cuatro principios del capitalismo social: libre emprendimiento, respeto a la dignidad humana, asumir el compromiso social de la empresa y actuar con liderazgo humanista.
Para la iniciativa privada, la disyuntiva es clara: o nos revisamos y empezamos a ampliar nuestros propósitos y colaborar en la creación de sociedades más justas, o nos quedamos como cómplices en el deterioro del sistema, dando elementos a sus críticos más dogmáticos.
Asumamos que la prosperidad de las empresas en el largo plazo está ligada a promover el bienestar de todos sus grupos de interés: colaboradores, clientes, proveedores, comunidades, el medio ambiente y la sociedad en general.
Las empresas como organizaciones y el empresariado como personas tenemos que decidirnos a ser los agentes del cambio que queremos ver. Pasar de espectadores a protagonistas del futuro que deseamos para las próximas generaciones.
El 2021 será un año de reconstrucción económica y de cambio político, pero puede ser mucho más: el año en el que el empresariado asuma el reto histórico de volver a convertir a Monterrey en un referente internacional del bienestar impulsado desde la empresa.
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