Por: César Salinas Márquez/ Director del Centro de Información del Desarrollo Económico y Social (CIDES) del Centro Eugenio Garza Sada
Hace 80 años nadie hubiera creído que en Monterrey estaría la sede de la mejor universidad de México, ni que sería la ciudad en la que se formarían los jóvenes del noreste del país. Esto se logró en gran parte por el apoyo del empresariado.
La generación de Empresarios Sociales (1930-1973) notó que la ciudad crecía en lo económico, pero en todo lo demás estaba en pañales. En 1938, un periódico de la Ciudad de México publicó una nota que decía:
“Monterrey es un rancho enorme en el que hay gente industriosa que le rinde culto al trabajo. Es una colmena ruidosa en la que no hay espacio para la cultura ni el arte… Aquí no han llegado los rayos de la ilustración”.
El reportero no estaba tan equivocado. La Universidad de Nuevo León se creó en 1933, aunque tuvo graves problemas para seguir funcionando hasta que se volvió a fundar en 1943. Mientras tanto, la ciudad combatía el analfabetismo, y las personas que querían estudiar la preparatoria y la universidad tenían pocas opciones.
Pero hubo un grupo de empresarios que cambió para siempre la educación en México. La creación del Tec de Monterrey en 1943 reunió por primera vez a la iniciativa privada para apoyar un proyecto que ha transformado vidas por varias generaciones.
Unir las voluntades para apoyar un Instituto que tuvo 15 años de déficit no fue tarea fácil. Se requirió el liderazgo de una persona que aseguró que “la educación lo puede todo”. Fue así que el Tec construyó el primer campus universitario de Latinoamérica, y se convirtió en el destino de estudios para cientos de jóvenes mexicanos y del extranjero.
Los fundadores crearon un modelo de sostenibilidad financiera que fue copiado por el resto de las universidades mexicanas para mejorar en todos los aspectos.
En 1950, un grupo de empresarios que habían apoyado al Tec decidieron fundar un Patronato para la Universidad de Nuevo León. Recrearon el modelo financiero del ITESM para crear el campus de la UNL y suplir sus necesidades.
Hubo empresarios y empresas que financiaron el edificio entero de algunas facultades. Eugenio Garza Sada tuvo sus reservas al respecto del Patronato, pero sus fundadores, Joel Rocha y Manuel L. Barragán, lo convencieron de que no todos los jóvenes podían pagar el Tec, por lo que la universidad pública era una opción indispensable, y debían mejorarla.
El Patronato reunió la voluntad de los miembros de la iniciativa privada, el gobierno y la sociedad para construir una oferta educativa de calidad. A los pocos años, Monterrey se convirtió en una ciudad a la que se venía no sólo a trabajar, sino a estudiar.
Este 2023 el Tec de Monterrey cumple 80 años y la UANL celebra su 90 aniversario. Ambas instituciones forman parte de un sueño cumplido para los regiomontanos.
En 1942, un reportero le preguntó a Eugenio Garza Sada si “Trabajo y Ahorro” seguía siendo la fórmula para alcanzar el éxito, como decía el legendario lema de la Cervecería Cuauhtémoc. El empresario se quedó pensando por unos segundos, y respondió: “No sólo trabajo y ahorro, también educación”.
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