top of page

2024, democracia y la IP: ¿dónde estamos y qué sigue?

Gilberto P. Miranda. Politólogo y Director Creativo de 26 Norte, agencia especializada en desarrollar narrativas visuales y estrategias de comunicación.


La elección presidencial pasó y no hubo sorpresa en el resultado: Claudia Sheinbaum resultó ganadora por amplio margen, como lo señalaron por meses las tendencias.


La de Sheinbaum ha sido la victoria electoral más contundente del Siglo XXI en México, obteniendo una ventaja superior a 30 puntos.


Una diferencia de tal magnitud difícilmente es resultado de una campaña electoral. Por el contrario, todo indica que la elección 2024 se fue definiendo en el transcurso del sexenio.

El clima de polarización atizado durante los últimos seis años, aunado con la habilidad del presidente para definir y controlar la agenda pública, deben haber influido en gran medida.


Sin embargo, el encuadre discursivo (framing) que utiliza López Obrador difícilmente sería efectivo si no estuviera anclado en una realidad: las condiciones económicas desfavorables en las que viven millones de mexicanos.


Condiciones que no han prevalecido por meses o años, sino que se han prolongado por décadas.


Hablamos de bajo crecimiento económico; de pérdida de poder adquisitivo del salario; de aumento en la pobreza y la desigualdad; de baja movilidad social para gran parte de las familias mexicanas.


Por ello vale la pena analizar a mayor profundidad quiénes votaron por Sheinbaum, pero también a la luz de indicadores que explican el descontento de la mayoría no solo hacia otras opciones políticas, sino a la democracia misma. Y ante esta realidad, reflexionar qué caminos hacia adelante pueden trazarse para el sector privado y sus liderazgos.


La elección 2024: del qué pasó, al por qué pasó


Tanto López Obrador como Sheinbaum consiguieron ventajas de más de 30 puntos en las dos últimas elecciones presidenciales. 


Esta contundencia contrasta contra los anteriores procesos: Fox derrotó a Labastida por 6 puntos en el 2000; Calderón a López Obrador por apenas 0.5% en 2006 y Peña Nieto aventajó al mismo López Obrador por 7 puntos.


Antes de la victoria de López Obrador en 2018, el último ganador en rebasar el umbral del 50% de la votación había sido Salinas de Gortari, en 1988.


Este 2024, Sheinbaum obtuvo el 59% de la votación y superó a Gálvez por 32 puntos.

El diario El País -con datos de Áltica y Atlas Intel- publicó un análisis de las personas que votaron por Claudia Sheinbaum. Estos son algunos de los principales hallazgos:


1. La victoria de Sheinbaum fue transversal: logró más del 50% de los votos en todos los grupos de edad. 


Jóvenes de 18 a 29 fue el segmento más competido, mientras que adultos de 60 y más, donde mayor apoyo obtuvo.


2. Dos de cada tres personas con educación básica votaron por Sheinbaum


Las y los adultos con educación básica significan un 56% población (OCDE, 2022). En el segmento de profesionistas el resultado fue parejo, con mínima ventaja para Gálvez.


3. Sheinbaum ganó todos los segmentos por ingreso económico


Los únicos segmentos donde Gálvez pudo competir fueron los de ingresos más altos (25 mil a 50 mil pesos y 50 mil pesos o más). O dicho de otro modo, la mayoría de los mexicanos que ganan menos de 25 mil pesos al mes, votaron por Sheinbaum.

4. Sheinbaum ganó en todas las ocupaciones, a excepción de una: empleadores. 


Cuando se analiza el voto por situación laboral, es decir, a qué se dedica la persona, sorprende que Sheinbaum ganó en todas las ocupaciones: amas de casa; maestros; estudiantes; empleados; campesinos; burócratas.


Llaman la atención dos datos: el primero, es que el 59% de las personas que trabajan en el sector privado -es decir, que cuentan con empleo formal- votaron a Sheinbaum, mientras que 27% lo hizo por Gálvez.


El segundo y más relevante: el único segmento por ocupación que ganó Gálvez fue el de patrón o empleador.

Una posible conclusión de estos hallazgos es que existe una distancia -al menos electoral- entre el empresariado y la ciudadanía abierta.


Esta distancia refleja inevitablemente la desigualdad económica, pues actualmente el 65% de los mexicanos enfrentan al menos algún tipo de carencia básica (ENIGH, INEGI, 2022). 


El factor salario


La compensación que reciben las personas puede explicar en buena parte el resultado electoral de 2024 y la fortaleza política que ha amasado Morena en poco más de una década.

En el periodo 1987 - 2017, el salario de los mexicanos perdió 80% de su poder adquisitivo. Es decir, con el dinero recibido se compraba 80% menos leche, carne o pan.


Aún más impactante resulta la medición de horas que una persona necesitaba trabajar para comprar la canasta básica. En 1987, se requería trabajar poco menos de 5 horas; para 2017 esa cifra se había disparado a 24 horas (Gaceta UNAM, 2018).


Esta caída libre del poder adquisitivo, aunada a una mayoría de la población en alguna condición de carencia básica, fue dibujando un escenario de hartazgo.


Aunado a lo anterior, durante el actual sexenio se ha observado el mayor aumento al salario mínimo en décadas: en 2018, al finalizar el sexenio de Peña Nieto, se encontraba en 88 pesos diarios. López Obrador lo ha llevado a 249 pesos.


Los magros aumentos al salario mínimo registrados entre 1994 y 2018 significaron incluso una disminución real de 9%, de acuerdo a la organización México Cómo Vamos.


Si bien los programas sociales de transferencias directas acapararon mayor discusión política, mediática y social, la diferencia principal para el bolsillo de las personas ha venido del salario.


De ahí que la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos ha señalado que con los aumentos salariales del actual sexenio, el poder adquisitivo ha comenzado a recuperar terreno. Por ejemplo, con el salario mínimo en 2018 se compraban 6.5 kilos de tortillas; mientras que en 2024 se compran 12 kilos.


Aunque habrá que contrastar estos datos con la inflación reciente -en particular la de alimentos- es un hecho que por primera vez en décadas, una enorme cantidad de mexicanos sintieron diferencia en sus bolsillos.


Adicionalmente, la presidenta electa Sheinbaum ha anunciado su intención de llevar el salario mínimo a 297 pesos diarios para 2026, y terminar el sexenio en 2030 en 371 pesos, lo que equivaldría a un salario de 11,295 pesos mensuales.


Esto significa que el tema salarial seguirá estando en el centro no solo de la discusión económica, sino también política. Dependerá del sector privado definir su propia narrativa y acciones al respecto, o esperar que el empuje siga viniendo solo del gobierno.


La democracia: de la insatisfacción al riesgo


Tendencias autoritarias y populistas están surgiendo por todo el mundo, y de ambos lados del espectro ideológico. 


Mucho se ha hablado de la tendencia a centralizar el poder en México, así como a minar a otros poderes, como es el caso de la polémica reforma al Poder Judicial que podría suceder en los próximos meses.


Pero más allá de las coyunturas del momento, merece la pena analizar cómo percibe la población la democracia como sistema político, aunado al sistema de libre mercado o capitalista que funciona en México y la mayor parte de América Latina.


Corporación Latinobarómetro, una ONG sin fines de lucro que es apoyada por la ONU y por el BID, realiza desde hace más de 20 años estudios de opinión pública sobre la democracia en 18 países de Latinoamérica.


Este estudio se ha convertido en la principal medición del estado que guarda la democracia en la región. Las cifras no son halagüeñas, particularmente para México.


Si bien la insatisfacción con la democracia siempre ha existido en la región, llama la atención que durante los últimos 5 años ya alcanza un promedio de 70%.

México es de los países donde la democracia más ha perdido apoyo, retrocediendo 8 puntos durante los últimos 3 años.

En contraste, 1 de cada 3 personas en México considera que un gobierno autoritario es preferible a uno democrático. Este índice ha aumentado 11% en los últimos 3 años, siendo nuestro país el más propenso a aceptar el autoritarismo, ligado a que dé resultados económicos.


En este sentido, como sucede en latitudes tan distintas como Estados Unidos, Argentina y Francia, hay un descontento de las personas que se sienten traicionadas o dejadas atrás por el sistema. Personas que están dispuestas a apostar por opciones extremas o disruptivas por factores como enojo, la promesa de mejora rápida en sus condiciones de vida y la polarización ideológica.


Este riesgo se agrava por la percepción que la población tiene de ciertos aspectos del sector privado. El principal instrumento para medir este factor en México es la Encuesta de Percepción del Empresariado y el Capitalismo (EPEC) que realiza la Iniciativa Capitalismo Social.


Si bien la opinión sobre el empresariado se mantiene positiva (65% a nivel nacional, 83% en Monterrey), poco más de la mitad de la población (53%) considera que los empresarios están poco o nada preocupados por reducir la desigualdad.


Incluso 51% cree que a los empresarios les interesa poco o nada el bienestar de sus colaboradores.


La encuesta también permite darnos cuenta que la percepción es que el sistema económico imperante permite el emprendimiento, pero que no hace suficiente por disminuir la pobreza y la desigualdad.


La insatisfacción es lógica: el sistema no está funcionando para las mayorías.


¿Qué sigue? posibles caminos hacia adelante


El tablero político se ha definido en términos del gobierno federal por los próximos seis años, y contará con mayoría legislativa al menos por tres. Pero es importante trascender los personajes y analizar los problemas a largo plazo. 


Incluso si Xóchitl Gálvez hubiera resultado ganadora, los problemas serían los mismos: una democracia endeble y que ha perdido apoyo; la mayoría de los mexicanos con carencias básicas; salarios que apenas han comenzado a recuperar un poco del poder adquisitivo que perdieron por décadas.


Este escenario también dibuja oportunidades para la Iniciativa Privada, comenzando por la alta expectativa de que los liderazgos empresariales se involucren en la solución de problemas públicos: así lo espera el 70% de la población (EPEC ICS, 2023).


Además, los hallazgos de la EPEC señalan claramente la agenda que la ciudadanía espera del empresariado. No es de extrañar que lo más importante sea precisamente la mejora de salarios; aunado a combatir la corrupción; más oportunidades para las mujeres y cuidar el medio ambiente.


Este campo de actuación también tiene un gran potencial para impactar positivamente en colaboradores de cada empresa, pues el 73% de los mexicanos declara tener confianza en su empleador directo. 


En lo económico, la Iniciativa Privada puede y debe involucrarse en resolver los grandes problemas del país. Además puede hacer suya la bandera social en su discurso y sobre todo en sus acciones, impulsando las oportunidades, la movilidad social y promoviendo un clima de reconciliación, incluso más que con la autoridad, con la ciudadanía. Conectar con la realidad e intereses de las mayorías.


En lo sociopolítico, una renovada agenda social del empresariado le dará tanto la legitimidad de entablar una conversación distinta en su relación con el gobierno federal y en su voz en los grandes foros nacionales, pero también hacia la opinión pública.


Además de abrir nuevas oportunidades de innovación y mejora económica por los beneficios que puede crear que desde la IP venga el liderazgo para impulsar temas como el salario digno, las oportunidades para las mujeres y el cuidado del medio ambiente.


Todos los caminos llevan a un destino común: impulsar un sistema más justo que funcione para todas las personas, con un empresariado involucrado en resolver problemas públicos, creando nuevas oportunidades de innovación y desarrollo en el proceso.

36 visualizaciones0 comentarios

Comentários


bottom of page